Absorción Cutánea: Al aplicar aceites esenciales sobre la piel, las moléculas de los aceites pueden penetrar las capas superficiales y ser absorbidas por el torrente sanguíneo. Desde allí, se distribuyen por todo el cuerpo y pueden ejercer diversos efectos terapéuticos. Por ejemplo, algunos aceites esenciales tienen propiedades antiinflamatorias, antimicrobianas o analgésicas que pueden ayudar a aliviar el dolor, reducir la inflamación o combatir infecciones.
Interacción bioquímica: Los componentes químicos de los aceites esenciales interactúan con los receptores en las células del cuerpo. Por ejemplo, ciertos compuestos pueden actuar como antioxidantes, neutralizando los radicales libres y protegiendo las células del daño oxidativo. Otros compuestos pueden influir en la producción de neurotransmisores, hormonas o enzimas, lo que puede tener efectos en la función cerebral, el equilibrio hormonal o la actividad metabólica.
Estimulación del sistema nervioso: Algunos aceites esenciales tienen la capacidad de estimular el sistema nervioso, ya sea aumentando la actividad cerebral y la concentración, o calmando el sistema nervioso y promoviendo la relajación. Estos efectos pueden ser útiles para mejorar la cognición, el estado de ánimo o la calidad del sueño.